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  • dualmind

"La capacidad de Tirso"




Tirso era un muchacho de interior apasionado de la música, la que le gustaba, que creció


entre vinilos de rock & roll grasiento y panfletos marxistas. Con el paso de los años decidió


comprarse un instrumento y empezar a practicar. Se le daba muy bien y progresaba a pasos


agigantados. Vió con rapidez que podría ganarse la vida con ello y comenzó a tocar en


bandas locales. Al tiempo emigró a una gran ciudad en donde podría encontrar más


oportunidades. Su pueblo se le quedaba corto. En cuestión de meses ya había formado su


propia banda. Él era el frontman. Comenzó a crecer como la espuma y su reconocimiento


constaba en los principales medios especializados del país. Al año ya tenía reseñas en


prensa internacional y había actuado con su banda en varios países.




Lo que nadie sabía de Tirso era un oscuro ritual que empezó a practicar en la intimidad


del camerino de turno cuando la fama empezó a desbordarle.


Antes de saltar al escenario Tirso se introducía en el culo varios vinilos de su propia


creación. Él y su banda poseían una discografía que iba creciendo con el paso del tiempo


y eso le excitaba sobremanera. Lo que no imaginaba eran los problemas que su aficción


por la puerta de atrás le acarrearían en sus conciertos.




Estando tocando en una reconocida sala de Vancouver y en medio de la actuación Tirso


comenzó a tirarse pedos en "La sostenido" desconcertando a sus compañeros y a él mismo


e inundando la atmósfera con un inquietante tufo. La cosa salió mal y ahí empezaron a


crecer sus detractores.




Ajeno a todo esto Tirso siguió con sus prácticas anales dando un paso más.


En el siguiente concierto y antes de saltar a tablas Tirso se autofolló el culo con un puñado


de recortes de prensa en los que aparecía su careto, aparte de calzarse previamente unos


cuantos singles. Una vez encima del escenario y casi al final de su tercer tema Tirso volvió


a rilarse, esta vez en "Si menor", y acabó cagándose encima. Dantesco fue observar como la


mierda sobresalía por los camales de su pantalón. Épico.




Eso le condenó de por vida y ahí acabó su carrera. Nadie quería contratarle. Las últimas


anécdotas corrieron como la pólvora por los sótanos de la escena musical de la que


formaba parte y se convirtieron en su condena.




Tirso se retiró del panorama y se prejubiló con holgura ya que había amasado una buena


fortuna durante sus años de éxitos. Vivía en una lujosa casa de campo con vistas al mar.


En medio de su jardín yacía un enorme pedestal en el que pasaba sus noches de insomnio.


En una de ellas Tirso se subió en lo más alto del mismo y se puso a mirar al frente con


soberbia y arrogancia observando el mundo desde la altura en la que se sintió tan cómodo


durante su época dorada. De repente se formó una inesperada tormenta veraniega y


empezó a llover con fuerza. El asunto fue a más y empezaron a caer rayos muy cerca con


la mala fortuna de que uno de ellos le alcanzó de lleno fulminándolo y convirtiendolo en


un quico.




A la mañana siguiente y una vez despejado el cielo una caprichosa tórtola se posó sobre


el pedestal de Tirso dejándose una buena cagada para la posteridad. El animalillo anduvo


un buen rato indagando por los alrededores hasta que se encontró con el quico y se lo


comió.




"El ego de un artista acaba devorándolo"








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